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La amaxofobia no es un mal exclusivo, no hay que sentirse especialmente mal por sufrir este trastorno. El miedo a conducir o amaxofobia lo sufre mas del 28 % de la población española. Nada menos que 13.251.472 españoles comparten esta fobia a ponerse a los mandos de un vehículo.

Así que, si tienes este problema, no te preocupes, no estás solo o sola y tiene solución. Existen terapias que se siguen a través de sesiones guiadas por profesionales que logran que desaparezca este trastorno psicológico definitivamente y se pueda coger el vehículo sin problemas.

Este problema mental limita notablemente la independencia y el desarrollo de una vida en sociedad. Conducir un vehículo es casi imprescindible en las comunidades avanzadas como la nuestra.

Qué hay que saber sobre la amaxofobia

Como ya es ha visto, amaxofobia define el miedo a conducir. Etimológicamente, la componen dos términos de origen griego. Por un lado, amaxa, que quiere decir carro y, por otro, fobia traducida por temor, por lo que tendría una traducción generalizada de miedo, temor o pánico a la conducción.

Para tratar de acabar con cualquier mal que nos afecte, el primer paso que hay que dar es el de conocer bien de qué se trata. Como regla general, el caso de la amaxofobia suele producirse como consecuencia de una experiencia traumática, pudiendo ser tanto como observador o como protagonista de un accidente.

Si se quiere evitar caer en la amaxofobia, se deben saber cuáles son los síntomas para poder detectarlos a tiempo y actuar sobre ellos. En cualquier caso, hay que reconocer que se trata de un miedo y, como tal, es irracional, por lo que hay que tratarlo según las características y necesidades personales del afectado. Se deberán respetar los tiempos y el espacio que cada paciente requiera.

Diferentes tipos de pacientes

Esta enfermedad no se presenta del mismo modo en todos los pacientes. Se dan casos considerados como muy leves en los que se presentan preocupación, aceleración del pulso, mareos… pero que pueden superarse con cierta facilidad. En otros, no es tan sencillo, la persona puede sentir una sensación de terror tal que llegue a quedarse inmovilizada, incapacitando seriamente la conducción.

En estos últimos casos, su nivel de vida se puede ver gravemente perjudicado, podría perder puestos de trabajo, no acudir a citas importantes o no poder actuar en determinadas situaciones de emergencia.

Sin embargo, aunque se padezca de esta enfermedad y no se quiera o pueda conducir, sí que podrá subir a cualquier transporte público y llevar a cabo sus actividades habituales sin mayor problema.

Los síntomas a los que estar atentos

La amaxofobia no distingue entre géneros, la incidencia es la misma para ambos sexos. Si bien es cierto que la cultura y sociedad patriarcal en la que vivimos tiende a ocultar los casos masculinos, las mujeres, sin embargo, no tienen ningún problema en reconocer que la sufren.

En relación a la edad, y aunque siempre quedará supeditado a la vivencia de una experiencia traumática que puede llegar en cualquier momento, es frecuente que aparezca en la franja de edad de entre los 24 y los 37 años.

Si que existen algunos patrones que se suelen repetir cuando comienza a despertar este trastorno, como por ejemplo un especial sobresalto al escuchar el claxon de los coches, la aceleración del pulso al sentarse en el asiento del piloto, nerviosismos, sudor…

En cualquier caso, los síntomas más claros que se pueden sentir y que servirán para alertarnos de la posible incidencia de amaxofobia será un nivel más o menos elevado de estrés, ansiedad, temblores o rigidez, sudor excesivo, pensamientos negativos y catastrofistas.

Consejos para superar el miedo a conducir

Si se piensa que uno mismo o alguien cercano puede estar padeciendo amaxofobia, lo más aconsejable es acudir cuanto antes a un profesional y comenzar a recibir algún tipo de terapia que reduzca este temor o lo elimine definitivamente con un diagnóstico fiable.

Si se es consciente de estar pasando por las primeras etapas y que aumenta sin remisión, estos consejos pueden ser de gran utilidad para empezar a combatir este trastorno.

Hacerse acompañar por un amigo o familiar en trayectos cortos y sencillos en un principio, y más largos después. Esto supondrá un aumento en seguridad y en confianza, muy útil cuando el carnet es reciente y la carretera puede resultar demasiado abrumadora.

Volver a la autoescuela también puede resultar un buen recurso. No se debe tener vergüenza en pedir ayuda al profesor y dar clases con él de nuevo. Tener a un profesional con acceso a los mandos aportará la tranquilidad que se necesita para volver a perder el miedo a la conducción.

Conducir por el campo, donde no haya tráfico ni prisas, de día, escuchando la música preferida… serán elementos que también ayudarán a dar la patada a la amaxofobia.

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